En la actualidad hay una crisis enorme de emociones que nos han llevado a la desestabilidad en muchos parámetros de nuestra vida, pero en particular en nuestras familias. La pandemia actual nos llevó a darnos cuenta de que vivíamos despreocupados de ponerle atención a nuestra familia pues como padres trabajadores (que en estos momentos es papá y mamá por la crisis económica), nos enfocamos en llevar dinero a casa y no en saber que necesitan mis hijos no solo material sino emocional.
Para ser un padre presente no es solo suficiente aportar lo esencial a la economía de la casa, darles, vestido y comida y demás instrumentos materiales, ya que eso no soporta las múltiples necesidades que tienen los niños, adolescentes y jóvenes de hoy.
Comprar la comida o tenerles un teléfono celular o una computadora para que estén felices no es lo esencial.
Hoy los hijos necesitan un verdadero padre y madre proveedores de afecto y comprensión que viene de la mano con el tiempo de calidad que nuestros hijos merecen, aportando platicas, convivencia fraternal y complementando sus necesidades con las tuyas como padre.
Cuando solo el padre o madre cumplen con alimentar, vestir y darle educación a los hijos sin darles esa parte de tiempo de calidad escuchándolos y atendiendo sus necesidades de aceptación familiar. Los niños, adolescentes y jóvenes van desviando su atención en aquellas compañías que, si atienden estas necesidades y a veces no siempre son las correctas, ya que buscan compañeros que terminan violentando sus derechos o llevándolos por malas decisiones pues creen que ellos si los entienden no como sus padres.
Como padres ausentes, pero presentes no tenemos muestras de afecto o aceptación que les hagan sentir a nuestros hijos que son aceptados, como una palabra de cariño, o tan solo un “te ves bien hoy con esa ropa o peinado”. La ausencia de esto produce en los hijos una sensación de rechazo constante o falta de aceptación de sus padres.
Un niño/a que se siente rechazado durante su infancia, será un hambriento emocional eterno, que podrá adoptar comportamientos verdaderamente peligrosos (no olvidemos que el abuso de drogas, por citar algo, es siempre una forma de llenar un vacío emocional inconsciente).
Esta falta de amor puede ser visualizada en dos maneras
Desde dentro:
Desarrolla una baja autoestima, pensamientos negativos automáticos hacia sí mismo. No se sentirá suficientemente bueno/a, sentirá miedos, buscará incansablemente el amor, afecto y reconocimiento en los demás, donde cualquier sentimiento de aprecio o pertenencia es mejor que nada.
Desde afuera:
Su inseguridad la enmascara mostrándose demasiado confiado, arrogante o agresivo, revelándose contra todo, como forma de tapar sus sentimientos dolorosos.
Necesitamos hacer consciencia de aquello que nuestros hijos necesitan hoy y no hasta que ya no hay vuelta de hoja, pues sabemos que se necesita esa calidad de tiempo que no la da el celular, o la aportación económica.
Puntos a considerar para estar presente en la vida de los hijos
- Saca tiempo suficiente para diario siéntate un rato a su lado y preguntarle cómo se siente
- Comparte actividades que a ambos les gusten o planeen alguna que sea de ambos
- Mostrarse accesible cuando ellos requieran platicar algo
- Pensar en cuáles son las necesidades que quiero satisfacer primero las mías (mirar mi celular, estar al pendiente de mi correo, terminar mis pendientes en Facebook) o poner un poco de atención a los minutos que mi hijo quiere platicar algo que para él es importante y quiere compartirme)
Lic. en Psicologia Aida B. Mendez Jasso
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